sábado, 29 de diciembre de 2007


VACUNAS PARA PREVENIR LA VIOLENCIA: PROYECTO SEVILLA ANTI-VIOLENCIA ESCOLAR

La mejor vacuna para los problemas de violencia escolar es considerar que la comunidad educativa (profesorado, alumnado, familias y entorno social) es el agente de cambio en el centro. En este sentido, la intervención de la prevención de la violencia y para la mejora de la convivencia debe estar centrada en la cooperación entre todos los implicados, para lo cual es imprescindible buscar tiempos y espacios donde ésta sea posible. Esto demanda a los docentes abrir el centro a las familias, y a estas sentirse responsables, con el derecho y la obligación de participar en la vida del mismo. También, debemos ser conscientes de que no existen recetas para ello, el hecho de que trabajemos con personas y no con objetos hace difícil la labor, pero no imposible. Las intervenciones concretas deben ser diseñadas por la comunidad educativa, intentando implicar a todos sus agentes, para que estén adaptadas a las necesidades y características de cada contexto. Es cierto, que este tipo de intervenciones no cambia la convivencia de un día para otro ni elimina los posibles problemas de violencia ya existentes, pero los cambios reales son difíciles, costosos y, al mismo tiempo muy gratificantes.

Por otro lado, para abordar la intervención debemos concebir al centro educativo como un escenario en el cual la convivencia debe gestionarse de forma democrática, la actividad instructiva debe de ser cooperativa y la educación ir más allá de la instrucción, penetrando en la formación de valores mediante la educación de sentimientos y emociones sociales.

Esto es lo que se ha desarrollado en el proyecto Sevilla Anti-Violencia Escolar (SAVE) (Ortega, 1997) entre los cursos académicos 1996 y 1999, que ha sido un trabajo de investigación educativa en 26 centros escolares de Primaria y Secundaria afectando, de forma directa e indirecta, a casi cinco mil escolares. La exploración del problema de la violencia entre iguales, el establecimiento de perfiles de centro en relación con este problema y la implicación de los docentes de diez escuelas en un proyecto de prevención del maltrato entre compañeros, han dado como fruto un modelo abierto, ecológico y comprensivo de trabajo educativo que ha sido beneficioso para mejorar la convivencia y prevenir la violencia tras el proceso de evaluación (Ortega, R; Del Rey, R, 2001).

El proyecto SAVE propone principalmente intervención preventiva, aunque no olvida a los alumnos que están implicados en situaciones de violencia en el centro. Dentro de la prevención, se han distinguido tres líneas de actuación: la educación en emociones, sentimientos y valores a través de la incorporación a los procesos curriculares de objetivos, contenidos y estrategias que permitan a los alumnos/as expresar sus emociones, tomar conciencia de sus sentimientos y asumir actitudes y valores de respeto mutuo; el trabajo en grupo cooperativo, es una línea de desarrollo curricular, que insiste en que aprender de forma cooperativa produce, como efecto secundario, el desarrollo de la comunicación, la atención al otro, la creación conjunta de conocimiento, el respeto a las ideas propias y a las de los demás, etc.; y la gestión democrática de la convivencia, estando dispuesto a comprender el día a día de las relaciones y a diseñar sistemas normativos que guíen el proceso de establecimiento de hábitos y convenciones libremente elegidos por los protagonistas. Es decir, existe un conjunto de pautas de conducta que hay que asumir de forma obligatoria, pero que no deben ser impuestas sino auto elegidas.

Como respuesta a los alumnos implicados en situaciones de violencia se han propuesto (Ortega, 2000) seis programas específicos a modo de ejemplo: la resolución en conflictos, la ayuda entre iguales, los círculos de calidad, los programas de desarrollo de la empatía, los programas de desarrollo de la asertividad y el método Pikas. Todos ellos, centrados en desarrollar las habilidades necesarias a cada uno de los implicados y a desestructurar el entramado de relaciones que existían en el grupo.

Los resultados más relevantes de la evaluación de los efectos del proyecto SAVE (Ortega y Del Rey, 2001) son que las respuestas de los alumnos cuatro años después, muestran que la participación de los alumnos en situaciones de violencia había cambiado de forma significativa. El número de espectadores había aumentado (de 86% a 92%), el de víctimas (de 9% a 4%) y víctimas provocativas (de 0.7% a 0.3%) se había reducido más de la mitad y el de agresores también había disminuido. Como conclusión, no nos gustaría terminar sin agradecer este impulso a la interdisciplinariedad para velar por la salud y ayudar a los adolescentes que, día a día, se enfrentan a situaciones conflictivas ante las que tienen que tomar difíciles decisiones.

Otra forma de solucionar el acoso escolar es el que nos muestra este proyecto andaluz:

“Entre 1995 y 1998, se desarrolla el denominado Proyecto Sevilla Anti-Violencia Escolar (SAVE). Un análisis de los distintos sectores sociales: profesorado, alumnado, familias y orientadores escolares, unido al análisis de las funciones y roles que cada uno de ellos desarrolla, han sido los ejes del proyecto.”

A continuación podéis encontrar en esta página el desarrollo de este proyecto:Proyecto SAVE

A raíz de los resultados arrojados por las investigaciones citadas, la comunidad Autónoma de Andalucía puso a disposición de los estudiantes maltratados un recurso institucional denominado “El Teléfono Amigo

Debido a los casos de acoso entre escolares y hacia los profesores se ha hecho hincapié en proporcionar a las “victimas” una serie de herramientas para que puedan ser escuchados y darles consejos para una solución satisfactoria de su problemática

En la siguiente página asociaciones y centros de ayuda podemos encontrar un listín de teléfonos y direcciones a donde pueden acudir.

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